En el sentido estricto, la Comuna de París de 1871 fue simplemente la autoridad local («commune» en francés es un consejo de un pueblo o distrito) que ejerció el poder en París durante dos meses en la primavera de 1871. Sin embargo, las condiciones en la que fue formada, sus controvertidos decretos y su cruel final la hacen uno de los más importantes episodios políticos de la historia de Francia.
La comuna fue posible gracias a un levantamiento popular de todas las tendencias revolucionarias dentro de París después de que la Guerra Franco-Prusiana terminase con Francia derrotada. La guerra con Prusia, comenzada por Napoleón III («Louis Bonaparte») en julio de 1870, terminó desastrosamente para Francia, y en septiembre del mismo año París quedó bajo el asedio del ejército enemigo. La brecha entre ricos y pobres en la capital se había ampliado enormemente en los últimos años y con la escasez de comida, sumado al constante bombardeo prusiano, llevó a un descontento general. Los trabajadores se estaban volviendo más receptivos a ideas más radicales. Una demanda específica fue la de que París debía poseer un gobierno autónomo, con una comuna elegida por la propia población, algo que ya disfrutaban la mayor parte de las ciudades francesas, pero que era negado a París por un gobierno temeroso de la indócil población de la capital. Un deseo más vago pero también relacionado fue el de un sistema de gestión de la economía más justo, si no necesariamente un sistema socialista, resumido en el grito popular de "la république démocratique et sociale!"
Por aquel tiempo varias decenas de miles de parisinos eran miembros armados de una milicia de ciudadanos conocida como la «Guardia Nacional», la cual se había expandido mucho para ayudar a defender la ciudad. Algunos batallones en los distritos más pobres elegían a sus propios oficiales y poseían algunos cañones que habían sido creados en París y pagados por suscripción pública. La ciudad y su Guardia Nacional habían resistido el ataque de las tropas prusianas durante seis meses. La población de París fue desafiante al enfrentar la ocupación y limitaron la presencia prusiana a una pequeña área de la ciudad, vigilando además los límites de ésta.
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